Durante los últimos 25 años, América Latina y el Caribe ha sido
escenario de logros inéditos. En la mayoría de los países se ha
reducido la desnutrición y la mortalidad infantil y materna, se ha
ampliado la cobertura en educación, y millones de personas han
transitado desde la pobreza extrema hacia condiciones de vida
menos precarias. El Informe Regional sobre Desarrollo Humano
para América Latina y el Caribe (PNUD, 2016a) señala que en
América Latina, entre 2003 y 2013, 72 millones de personas
salieron de la pobreza de ingresos y 94 millones ingresaron a la
clase media, y que un 49,4% de la población experimentó una
situación de mejoría económica que impulsó procesos de
movilidad ascendente.
Sin embargo, estos logros en la región han sido profundamente
desiguales. No todos los países han progresado de la misma
forma, y para muchos el progreso ha sido y continúa siendo
esquivo. El Informe Regional sobre Desarrollo Humano para
América Latina y el Caribe (PNUD, 2016a) señala que la principal
amenaza al progreso en la región es la recaída de millones de
hogares en la pobreza.
El PNUD, mediante su Informe Regional, hace un llamado a
repensar el modelo latinoamericano de progreso desde una
perspectiva multidimensional, en línea con la Agenda 2030 para
el Desarrollo Sostenible y que trascienda el uso del ingreso per
cápita, el ritmo del crecimiento económico y el Producto Interno
Bruto (PIB) como criterios privilegiados para medir el nivel de
desarrollo. Poner el foco en las múltiples dimensiones que
afectan la pobreza de las mujeres es central para comprender la
magnitud del problema y la búsqueda de soluciones.
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