Esta semana vamos a publicar una miniserie de consejos para mejorar nuestra productividad. A veces es necesario detenerse para reflexionar sobre cómo hacemos las cosas para mejorarlas.
Toda tu planificación, tu herramienta de tareas, tu Outlook o tu
Gmail, tu Calendario online o de pared, tu teléfono móvil o tu tableta
digital, tu Evernote o tu OneNote, tu Moleskine o tu taco de notas
adhesivas, tu bote de lapiceros y bolígráfos, tu súper ordenador de
escritorio o tu ligero portátil… todo lo que ahora mismo te está
rodeando, sólo está ahí para una cosa: HACER Y TERMINAR TUS TAREAS.
Y sin embargo no siempre lo conseguimos. Nunca antes en la Historia hemos tenido tantas y tan increibles herramientas. Y sin embargo a veces remamos sin avanzar. ¿Por qué?
Y sin embargo no siempre lo conseguimos. Nunca antes en la Historia hemos tenido tantas y tan increibles herramientas. Y sin embargo a veces remamos sin avanzar. ¿Por qué?
Cuando yo fallo al avanzar de verdad en mis tareas diarias y me pregunto el porqué, siempre encuentro el fallo en en mis hábitos.
¿Cómo reforzarlos? ¿Cómo cuidarlos para sacar más adelante y ser más
resolutivos? No lo sé, no tengo respuestas para todo. Pero hay algunas
ideas que me han ayudado a mejorar “un poco” cada día. Como casi todo en
Productividad son ideas sencillas, básicas, de sentido común, poco
atractivas y nada rimbombantes. Por eso las olvido y las paso por alto
con tanta facilidad…
- Las dos primeras horas del día valen el doble y siempre pongo ahí las tareas más difíciles.
- Si la tarea es grande entonces la trato como un mini-proyecto. La divido en varias partes y las distribuyo a lo largo del día o en varios días.
- La única tarea que vale es la que se termina. Pongo más energía e intensidad en terminar que en empezar.
- Cada tarea es absolutamente distinta. Requiere de mí un tiempo, una energía y una concentración distintas.
- Las tareas manuales y de baja concentración las hago en momentos bajos y siempre agrupo aquéllas relacionadas entre sí.
- Antes de empezar cualquier tarea me pregunto qué es, para qué es y qué exige de mí.
- Al terminar las tareas importantes me paro unos segundos a reconocer mi esfuerzo. Mi motivación diaria se alimenta de lo que hago, no de lo que me gustaría hacer.
- Si hay una interrupción al menos procuro terminar una parte que me permita retomarla luego con facilidad. Dejarla a medias es nefasto.
- Hay un momento para cada tarea y una tarea para cada momento. Cuando elijo bien termino antes y mejor.
- Cuando me empeño en hacer una sola cosa (unitarea) termino antes y mejor.
- Cuando me empeño en eliminar distraciones antes de empezar termino antes y mejor.
Si algún día te animas a poner en práctica alguna de estas ideas, mi recomendación es la siguiente: empieza siempre
por las dos últimas pistas. Simplemente esas dos supondrán
un cambio radical en tu forma de trabajar. El resto, te ayudarán a
mejorar todavía más.
Fuente: Ideas para hacer bien las tareas
No hay comentarios:
Publicar un comentario