viernes, 30 de noviembre de 2012

Informe sobre el desarrollo mundial 2013: Empleos

Los empleos son la piedra angular del desarrollo y sus beneficios van mucho más allá de los simples ingresos. Son fundamentales para reducir la pobreza, hacer que las ciudades funcionen y proporcionar a los jóvenes opciones de participación social, dice un nuevo informe del Banco Mundial.

El Informe sobre el desarrollo mundial 2013: Empleos pone hincapié en el rol del sector privado en la creación de puestos de trabajo y describe de qué manera los trabajos que más aportan al desarrollo pueden desencadenar un círculo virtuoso. El informe revela que la pobreza disminuye a medida que las personas encuentran trabajos que les ayudan a superar las dificultades, y que las mujeres trabajadoras, empoderadas por los empleos, invierten más en sus hijos. La eficiencia aumenta en la medida en que los trabajadores mejoran sus habilidades, aparecen más trabajos productivos y desaparecen los menos provechosos. Por último, las sociedades florecen cuando los empleos promueven la diversidad y proporcionan alternativas a los conflictos.

“Un buen empleo puede cambiar la vida de una persona y cuando los puestos de trabajo son adecuados, pueden transformar sociedades completas. Los gobiernos deben poner este tema en primer plano para promover la prosperidad y luchar contra la pobreza”, sostuvo el presidente del Grupo del Banco Mundial, Jim Yong Kim. “Es fundamental que los gobiernos trabajen bien con el sector privado, el cual da cuenta del 90% de todos los puestos de trabajo. Por lo tanto, tenemos que encontrar la mejor manera de ayudar a empresas y fincas pequeñas a crecer. El trabajo es sinónimo de esperanza. El trabajo es sinónimo de paz. El trabajo le da estabilidad a un país frágil”.

Los autores del informe destacan que los empleos que tienen el mayor beneficio para el desarrollo son aquellos que aumentan los ingresos, hacen funcionar mejor las ciudades, conectan a la economía con los mercados mundiales, protegen el medioambiente y le dan a la gente espacios de participación en su sociedad.   

“Los empleos son el mejor seguro contra la pobreza y la vulnerabilidad”, indicó Kaushik Basu, economista en jefe y vicepresidente superior del Banco Mundial. “Los gobiernos pueden desempeñar un rol habilitador vital creando un entorno que estimule la demanda de mano de obra”.  

La crisis económica mundial y otros sucesos recientes han puesto el tema del empleo en el centro del diálogo sobre el desarrollo. Los autores del IDM, que procesaron más de 800 encuestas y censos para arribar a sus conclusiones, estiman que a nivel mundial, hay más de 3.000 millones de personas con empleos, pero casi la mitad se desempeña en labores agrícolas, pequeñas empresas familiares o como jornaleros estacionales, con muy pocas redes de protección o en ocasiones sin ellas, y con bajos salarios. 

“El desafío en el segmento juvenil es por sí solo impactante. Más de 620 millones de jóvenes no trabajan ni estudian. Solo para mantener las tasas laborales estables, la cantidad de empleos a nivel mundial tendría que aumentar en unos 600 millones durante los próximos 15 años”, sostuvo Martin Rama, director del IDM.  
Pero en muchos países en desarrollo –donde predomina el trabajo agrícola y por cuenta propia y donde, en el mejor de los casos, las redes de seguridad son modestas– las tasas de desempleo suelen ser bajas. En esos sitios, la mayoría de los pobres trabaja largas jornadas, pero el ingreso igual no alcanza para llegar a fin de mes. Además, la violación de los derechos básicos es bastante común. De esto se desprende que la calidad de los trabajos es fundamental, no solo la cantidad.

El Informe propone un enfoque en tres etapas para ayudar a los gobiernos a cumplir estos objetivos:
  • En primer lugar, debe haber bases sólidas, lo que incluye estabilidad macroeconómica, un entorno propicio para hacer negocios, capital humano y estado de derecho.
  • En segundo lugar, las políticas laborales no deben convertirse en obstáculo para la creación de empleos; además, deben permitir la participación y brindar protección social de los más vulnerables.
  • En tercer lugar, los gobiernos deben identificar cuáles son los empleos que más ayudan al desarrollo dado el contexto específico del país y remover o compensar las barreras a la creación de este tipo de empleos por parte del sector privado.
Es vital comprender el desafío específico en materia laboral que enfrenta un determinado país o región, ya que hay diferencias sorprendentes en la estructura del empleo entre regiones, géneros y grupos etarios. Por ejemplo, seis de cada siete trabajadores de Europa oriental y Asia central son asalariados, pero cuatro de cada cinco de África al sur del Sahara son campesinos o trabajan por cuenta propia. Muchas más mujeres que hombres se desempeñan en trabajos no remunerados en países de ingreso bajo y bajo-mediano.  Por otra parte, en los países de ingreso mediano, las mujeres son más propensas a ser asalariadas, aunque con demasiada frecuencia ganan menos que los hombres. 

Las prioridades en materia de políticas son diferentes en las sociedades agrarias respecto de los países urbanizados. En el primer caso, aumentar la productividad de las pequeñas fincas es prioritario, mientras que en el segundo, es vital contar con mejor infraestructura, conectividad, vivienda y planificación urbana. La demografía también es importante. En África al sur del Sahara, 10 millones de jóvenes ingresan a la fuerza laboral todos los años, pero en muchos países de ingreso mediano la población está envejeciendo y en algunos, la fuerza laboral incluso se está reduciendo. Para enfrentar el alto desempleo juvenil, se requiere que este segmento tenga capacidades y destrezas y que se eliminen los privilegios a la hora de acceder a empleos y mercados. Al contrario, en las sociedades que envejecen se necesita una vida activa más prolongada y protección social asequible.  

Centrarse en las características claves de los diferentes países puede ayudar a identificar con mayor claridad cuáles son los tipos de trabajo que más contribuyen al desarrollo en cada caso. Este enfoque permite analizar las posibles soluciones de compromiso entre nivel de vida, productividad y cohesión social en un contexto determinado. Además, dicha labor ofrece pistas sobre los obstáculos que enfrenta la creación de empleos y, en última instancia, sobre cuáles son las prioridades para las autoridades a medida que identifican las restricciones más importantes a la creación de puestos de trabajo y cómo superarlas.

Los encargados de formular políticas deben enfrentar estos desafíos respondiendo preguntas tales como: ¿Deberían los países formular sus estrategias de desarrollo en torno al crecimiento o deberían centrarse en el empleo? ¿Se puede promover el espíritu empresarial, especialmente entre las microempresas de los países en desarrollo, o la habilidad empresarial es innata ?  ¿Es la mayor inversión en educación y capacitación un prerrequisito para la empleabilidad o se pueden generar habilidades a través del trabajo? ¿También se deben proteger los empleos y no solo a los trabajadores durante crisis y cambios estructurales?    

Los programas laborales a nivel de cada país están vinculados con la migración de personas y de empleos. Por lo tanto, las políticas que se aplican en un país pueden tener efectos adicionales en otros, tanto positivos como negativos. En este sentido, el informe analiza si los mecanismos de coordinación internacional, como los acuerdos de migración bilateral, pueden realzar los impactos benéficos y mitigar aquellos perjudiciales. 

”Para situar el tema laboral en el primer plano, también debemos contar con datos confiables y desagregados a nivel nacional que abarquen más que solo los empleos formales y urbanos”, agrega Rama.
El Grupo del Banco Mundial promueve el crecimiento del empleo a través de sus dos principales canales de apoyo al mundo en desarrollo –el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF) y la Asociación Internacional de Fomento (AIF)– así como también a través de la Corporación Financiera Internacional (IFC, por sus siglas en inglés) y el Organismo Multilateral de Garantía de Inversiones (MIGA, por sus siglas en inglés). La asistencia se entrega a modo de asesoría en materia de políticas, apoyo para el desarrollo del sector privado y préstamos y programas para promover la urbanización, la infraestructura y el desarrollo humano (inclusive la protección social).

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