Informes sucesivos sobre la consecución de los ODM muestran
que algunos de los países más pobres han logrado mejoras
considerables en los campos de la educación, la salud,
el empleo y la participación ciudadana, todo lo cual tiende a
reducir la pobreza extrema. No obstante, a pesar de un progreso
cuantificable, las poblaciones y grupos más vulnerables
y marginados – las mujeres, los niños y las niñas, las personas
sin techo, desempleadas, con discapacidad, mayores, indígenas,
migrantes y desplazadas – siguen quedando marginadas
y ampliamente excluidas de estos logros.
A modo ilustrativo, el Informe sobre los Objetivos de Desarrollo
del Milenio 2011 muestra que es la infancia más pobre
la que ha progresado más lentamente en cuanto a mejorar
su nutrición, y que las oportunidades de acceder a empleos
plenos y productivos siguen siendo especialmente escasas
para las mujeres. Este informe también subraya la poderosa
influencia de las circunstancias sociales y económicas en las
oportunidades de la vida; de entre los hijos de familias paupérrimas,
aquellos que viven en áreas rurales y son chicas
tienen una muy alta probabilidad de quedar sin escolarizar.
Estos resultados señalan la necesidad de reorientar las acciones
que se están llevando a cabo para permitir que todas las personas,
especialmente aquellas pobres y marginadas, se beneficien
de las mejoras que se derivan de estas nuevas medidas.
En
este sentido, toda acción debería guiarse por la integración del
principio de no discriminación en las estrategias de inclusión
social, a fin de garantizar igualdad de oportunidades para todos
y todas, independientemente de su origen.
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