Una vez alcanzados objetivos
cuantitativos en cuanto a escolarización, especialmente en educación
primaria y básica, el grave déficit educativo de América Latina, que se
pone de manifiesto a través de evaluaciones de aprendizajes y
competencias aplicadas a los alumnos de la región, pruebas en las que
invariablemente estos obtienen malos resultados, hace pensar que apostar
por la calidad educativa es hoy una tarea urgente, imprescindible e
inaplazable: sus resultados representarán la diferencia entre el
estancamiento y el desarrollo de la región.
En este importante documento se hace un
riguroso análisis de la situación de la educación en América Latina, de
sus logros y de sus déficits para hace frente al bienestar de las
personas y al desarrollo de la región, análisis que concluye apuntando a
una serie de prioridades que, en resumen, son: atender el desarrollo
infantil temprano, no solo en términos de cobertura sino de atención
cualificada; superar las notables debilidades en materia de profesorado:
atrayendo a los mejores, dotándoles de una excelente capacitación
inicial y continua, llevando a cabo procesos de evaluación y, todo ello,
orientarlo hacia la obtención de mejores resultados de los alumnos;
servirse de la tecnología no de manera simplista, con la mera entrega de
equipos, sino con programas que integren cambios pedagógicos y
metodológicos con contenidos digitales y capacitación de docentes;
lograr una educación más relevante que asegure más posibilidades de
inserción laboral a todos y responda a las necesidades reales
científicas y técnicas de un mundo cada vez más complejo, globalizado y
competitivo y, por último, asegurar mecanismos de financiación mixtos,
públicos y privados, eficaces y eficientes (ya no es tan importante
gastar más en educación, sino invertir mejor) que logren sostenibilidad
segura, estable y suficiente.
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