La profunda transformación
social, económica y política que vive nuestra sociedad se caracteriza mucho más
por las situaciones de desigualdad y exclusión social que por la idea o promesa
de un “mundo mejor” en construcción, que nadie parece vislumbrar. Además, son
muchos los que asumen que las respuestas, las salidas frente a las
dificultades, solo se pueden descubrir y vivir a título individual: “¡Que cada
uno se las componga como pueda!”
Pero sabemos muy bien que las respuestas individuales chocan con importantes limitaciones. Ofrecerán una salida a las personas más capacitadas y con mayores recursos de todo tipo, pero los que sufren las mayores desigualdades y están más amenazados por los procesos de exclusión no pueden confiar en respuestas individuales. Las respuestas tienen que ser colectivas. Y esas res- puestas colectivas precisan de organizaciones, entidades, movimientos que las articulen y las hagan viables.
Pero sabemos muy bien que las respuestas individuales chocan con importantes limitaciones. Ofrecerán una salida a las personas más capacitadas y con mayores recursos de todo tipo, pero los que sufren las mayores desigualdades y están más amenazados por los procesos de exclusión no pueden confiar en respuestas individuales. Las respuestas tienen que ser colectivas. Y esas res- puestas colectivas precisan de organizaciones, entidades, movimientos que las articulen y las hagan viables.
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