Han pasado 30 años desde que se empezaron a
publicar tablas de estadísticas estandarizadas mundiales y nacionales en El
Estado Mundial de la Infancia, con el propósito de ofrecer un panorama
detallado de las condiciones de la niñez.
Aunque muchas cosas han cambiado en las décadas
que han transcurrido desde que se presentaron los primeros indicadores sobre
bienestar infantil, la idea fundamental sigue siendo la misma: la coherencia y
la fiabilidad de los datos relativos a las circunstancias de los niños, son
cruciales para el mejoramiento de sus vidas e indispensables para la
realización de los derechos de todas las niñas y niños.
Los datos siguen respaldando la promoción y las
iniciativas en nombre de los 2.200 millones de niños y niñas de todo el mundo,
y proporcionan a los gobiernos información que les permita tomar decisiones y
emprender acciones encaminadas a mejorar sus vidas. Además, los nuevos
mecanismos de recopilación y utilización de los datos contribuirán a que las
inversiones y las intervenciones beneficien a los niños y las niñas más
vulnerables.
Los datos, en sí mismos, no cambian el mundo.
Pero sí posibilitan el cambio, pues ayudan a detectar las necesidades, a
impulsar actividades de promoción y a evaluar los progresos. Lo más importante
es que los responsables de tomar decisiones utilicen los datos para lograr
cambios positivos, y que los niños y las comunidades tengan acceso a ellos para
pedir cuentas a los garantes de sus derechos.
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