lunes, 28 de abril de 2014

Segundo Informe Mundial sobre el Aprendizaje y la Educación de Adultos: repensar la alfabetización



 Este Informe mundial sobre el aprendizaje y la educación de adultos se construye sobre fundamentos sólidos. Desde la primera Conferencia Internacional de Educación de Adultos en 1949, los Estados Miembros de la UNESCO se han reunido cada doce años para debatir sobre la situación de la educación de adultos en sus países. En 1976, la Conferencia General de la UNESCO aprobó la Recomendación relativa al desarrollo de la educación de adultos, confirmando que “el acceso de los adultos a la educación en la perspectiva de la educación permanente constituye un aspecto fundamental del derecho a la educación y un medio para facilitar el ejercicio del derecho a la participación en la vida política, cultural, artística y científica”. [UNESCO. 1976. Recomendación relativa al desarrollo de la educación de adultos, aprobada por la Conferencia General de la UNESCO en su decimonovena reunión. Nairobi, 26 de noviembre de 1976, p. 1]. Una de las primeras actividades en la que participé como directora general fue la VI Conferencia Internacional de Educación de Adultos, celebrada en el Brasil en 2009. Aprobado por 144 Estados Miembros, el Marco de acción de Belém destacó el papel clave del aprendizaje y la educación de adultos para lograr los objetivos de la Educación para Todos y los Objetivos de Desarrollo del Milenio. 


Los Estados Miembros se comprometieron a informar cada tres años sobre el desarrollo del aprendizaje y la educación de adultos, y pidieron a la UNESCO que produjera el Informe mundial sobre el aprendizaje y la educación de adultos (GRALE, por sus siglas en inglés) a intervalos regulares. Este es el fundamento para este segundo Informe mundial sobre el aprendizaje y la educación de adultos, basándose en los datos recibidos de los Estados Miembros.

El resultado es un panorama dispar. Políticas de educación de adultos existen en muchos países, pero su comprensión varía significativamente. Algunos países equiparan la «educación de adultos» con la «alfabetización», mientras que otros la vinculan con la «educación y la formación técnica y profesional». Estas diferencias  constituyen un desafío para la recolección de información sobre la participación y la financiación. Sin datos claros y comparables sobre los participantes, es difícil evaluar el impacto de los programas de educación de adultos. Muchos Estados Miembros han informado sobre una amplia gama de programas de educación de adultos más allá de la alfabetización, pero no se dispone de datos mundiales comparables para identificar el número de educandos jóvenes y adultos que son atendidos. Esta es la razón por la que los países necesitan marcos de referencia para el monitoreo que sirvan a las políticas nacionales y que también sean compatibles con los compromisos regionales y mundiales.

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